LAS ARRAS

Sus orígenes nacen casi con la unión matrimonial, pues representan la formalización del compromiso nupcial. Su origen proviene del hebreo “arrab” (prometer, dar seguridad) y del árabe “arraba” (anudar, estrechar).

En los albores de la historia matrimonial, las arras eran prendas o joyas de valor que intercambiaban los contrayentes en señal del compromiso de boda y que, en caso de incumplimiento, servirían como compensación. Otras teorías afirman que, además de los principios anteriores, eran también el precio de la virginidad.

Por ser trece las arras que el marido deposita en las manos de la novia, se les atribuyen virtudes cabalísticas, pero, según el “Manual de arras”, simbolizan a Jesucristo con los doce apóstoles.

Al bendecirlas se pide a Dios que proteja la labor de los casados y que les favorezca con la abundancia, obteniéndola por medios legítimos y justos para hacer de ellos un uso santo.

Algunas parejas de nuestros días intercambian las arras, que generalmente son monedas de oro o plata, de herencia familiar o adquiridas especialmente para la ocasión, y siempre son trece.

En la ceremonia las lleva la madrina, salvo que un paje las porte en una pequeña bandeja de plata con una pequeña carpeta de hilo.

Ver Arras de Syccoro